En los tiempos en que los faraones gobernaban Egipto, había un templo situado aguas arriba del Nilo, más allá de las cataratas de Nubia en lo que ahora son los desiertos del norte de Sudán.
Tres ríos se unían en esa zona para formar el Nilo que, desde ahí, discurría majestuoso durante casi 2000 kilómetros hasta su desembocadura provocando un milagroso evento cada año: la inundación de la cuenca del río que permitía a los labradores egipcios cultivar sus cosechas en el caluroso y seco verano de ese valle.
Cada primavera, los sacerdotes del templo se reunían en la orilla del río para ver el color del agua.
Si las aguas eran claras, el Nilo Blanco que nacía en el Lago Victoria y discurría por las áreas pantanosas de Sudán sería el que dominaría el flujo: las inundaciones serían suaves y tardías lo que permitiría a los labradores egipcios tener una cosecha mínima.
Si las aguas eran oscuras, las fuertes aguas del Nilo Azul que se juntaba con el Nilo Blanco en Khartoum serían las que prevalecerían. Las inundaciones serían suficientemente altas para inundar toda la cuenca, saturar los campos y traer una copiosa cosecha. Año de celebraciones.
Finalmente, si las aguas mostraban el color marrón verdoso del río Atbara que corría desde las tierras altas de Etiopía, las inundaciones serían tempranas y catastróficas. Las cosechas serían pobres y los daños cuantiosos. El faraón tendría echar mano de las reservas de grano de años anteriores. Año de ajustes.
Cada año, los sacerdotes mandaban mensajeros al faraón informándole del color del agua. También solían utilizar luces y señales de humo si el tiempo apremiaba para, mediante una cadena de luces, avisar con tiempo.
Podríamos pensar que, de esta manera, el faraón avisaba a sus súbditos para que tuvieran cuidado. Pero, no, hay algo que no ha cambiado en miles de años de gobernantes, desde el antiguo Egipto hasta la Moderna Europa: de esta manera sabía cuáles iban a ser los beneficios de sus sufridos súbditos y podía calcular cuánto podría recaudar en impuestos y, en función de esto, qué conquistas se podía permitir y qué territorios podía someter.
Pensándolo bien, los gobernantes actuales han introducido un cambio: gastan lo que no tienen y se embarcan en aventuras con dinero prestado… …y cuando llegan mal dadas nos pillan sin un duro ni grano en los graneros…
Peter Wack, uno de los gurús de la generación de escenarios futuros y su utilización para el análisis estratégico de grandes compañías, los considera los primeros que implantaron un observatorio de previsión económica.
Peter Schwartz, en su magnífico «The Art of the Long View» -libro básico para los que queremos utilizar la generación de escenarios futuros para evaluar las estrategias alternativas de nuestras compañías- define tres elementos a la hora de crear escenarios:
– driving forces: las fuerzas que influyen (lo que sabemos que nos preocupa porque nos afecta), los elementos que forman el escenario futuro, que determinan el resultado de la historia (la lluvia en los valles aguas arriba de Khartoum) que podemos identificarlas en diferentes categorías: sociedad, tecnología, economía, política y entorno ambiental
– los elementos predeterminados (lo que sabemos que sabemos -los sacerdotes sabían la relación entre el color del agua y la bondad de las inundaciones, aunque no supieran el porqué-) que no van a cambiar: que podemos encontrar en fenómenos latentes (evolución demográfica,…), en las limitaciones del sistema,…
– las incertidumbres: lo que no sabemos. Durante 5.000 años las aguas del Nilo fluyeron de forma predecible gracias al sistema utilizado por los sacerdotes del templo. Hasta 1960.
Ese año se construyó la presa de Assuan. Si ahora los sacerdotes tuvieran que cumplir con esa función no podrían hacerlo al no haber ninguna relación entre las precipitaciones en la región, el color del agua y la bondad de las inundaciones del Nilo. Ahora el flujo depende de las necesidades de energía eléctrica, de las necesidades para cultivo, de las precipitaciones,… pero, sobre todo, de las decisiones del organismo regulador.
Y, aunque en este caso, pueda ser más predecible, en otros casos, la incierta intervención de organismo públicos genera incertidumbre.
¿Te has planteado generarte un escenario a, pongamos, 5 o 10 años vista?
¿Cuáles serían las fuerzas que influyen y preocupan?,
¿Cuáles son los elementos predeterminados que sabes que están en marcha y son, aparentemente, imparables?,
¿Cuáles son tus incertidumbres?
Este ejercicio no tiene que ver con acertar el futuro sino con estar preparado para el futuro y ver cómo afectarán los diferentes escenarios a tu organización (o a tu vida).
dnl