En uno de mis últimos posts, ¿Para qué sirve formar francotiradores? , trataba la dificultad de gestionar proyectos en una organización que no tiene una gestión por proyectos. Suelo decir en tono, parcialmente, de broma que si te nombran project manager en una empresa jerárquica o aparentemente matricial pero jerárquica (estas son las más peligrosas) que declines amablemente, si puedes, el honor. Si lo aceptas comenzarás un calvario de frustraciones y sin sabores, por muy bonito que resulte tu título en la tarjeta.
El entorno ambiental en el que se desarrolla la gestión de proyectos siempre supone un factor ambiental -como muy bien nos recuerda el PMBOK- pero, en ocasiones supone un factor que impide cualquier posibilidad de éxito. Y muy especialmente en empresas que presentan patologías organizativas.
¿Las empresas tienen patologías? Yo creo que sí. ¿Las organizaciones enferman y, si no se trata la causa raiz, pueden morir? Yo creo que sí. ¿Las empresas tienen comportamientos patológicos? Yo creo que sí. ¿Y cómo definimos los comportamientos patológicos de una organización? Tratemos de hacerlo.
Las organizaciones en las que castigan a los mensajeros de malas noticias o verdades incómodas demuestran la enfermedad de la misma. De igual manera, se observan comportamientos patológicos en las empresas que aplican soluciones del pasado a problemas del presente y del futuro, o las que se centran únicamente en los ingresos a corto plazo, o en aquellas cuya filosofía de gestión está condicionada por las modas en gestión sin tener clara su identidad o, por supuesto, en aquellas en las que el engaño, la política barriobajera o la corrupción anidan para quedarse…
Y al final, si no se trata a tiempo estas patologías, las consecuencias serán una caída de los beneficios, una infelicidad y frustración galopante de las personas, unos clientes cada vez más lejanos,…
Se me ocurre pensar que las raíces de estas patologías en las organizaciones pueden ser algunas de estas:
– la preponderancia del juego político -olvidando los intereses de la organización en detrimento de los de múltiples partes interesadas- en la toma de decisiones,
– la toma de decisiones de la dirección teniendo en cuenta sus intereses particulares y no los de la organización,
– las culturas disfuncionales ya por estar excesivamente ideologizadas o, por el contrario, totalmente vacías de una misión y una identidad
– unos procedimientos de evaluación y medida pobres y desenfocados que logran lo contrario que pretenden (acordémosnos del «dime cómo me medirás y te diré cómo me comporto).
– unos directores faltos de inteligencia emocional y llenos de orgullo y malas formas
– una organización que no sabe cuál es su misión, ni su visión, no tiene una estrategia clara y va tirando a todo lo que se mueve
– o tiene todo lo anterior pero a la primera de cambio vuelven al modo bombero sacrificando el futuro (y sus ingresos) por el presente (y sus ingresos)…
¿Sugieres otras patologías organizativas? ¿Cómo afectan a la gestión de proyectos?