Los Project manager deben recordar el dicho de que: “No hay peor ciego que el que no quiere ver”. En la doctrina jurídica se llama “ignorancia deliberada”, en marketing “ignorancia voluntaria” y en sociología “ceguera voluntaria” (el caso es no ponerse de acuerdo 🙂 )
Margaret Heffernan en su libro Ceguera Voluntaria: ¿Por qué no hacemos caso de lo obvio a nuestro propio riesgo? (Willful Blindness) examina los mecanismos cognitivos y emocionales complejos y generalizados por los que elegimos, a veces conscientemente pero en su mayoría no, permanecer sin ver esas situaciones en las que “pudimos conocer, y deberíamos haber sabido, pero no sabemos por qué… preferimos no saber.”
La ceguera voluntaria del management en estos casos se refiere a aquellas cuestiones que deberíamos saber, podríamos saber, pero elegimos – de alguna forma – ignorar. Como si nuestra decisión fuera “no enterarse de las cosas malas”.
La ceguera voluntaria, o la ignorancia deliberada, están presentes en casi todos los aspectos de nuestras vidas. Hasta cierto punto tienen su lógica – desde lo psicológico -. A veces prefiero no escuchar las malas noticias aunque sé que “ahí están”. Si el sacar a la luz algo molesta más que lo que aporta.. ¿Vale la pena hacerlo?
Pero esta Ignorancia Deliberada es especialmente común en las empresas y corporaciones, donde el resultado es el rey. Seguramente todos nosotros tendríamos cosas para decir sobre lo que se está haciendo mal en nuestro área de trabajo. Pero frecuentemente decidimos callar.
Aparentemente filtramos mucha información, en especial cuando va a contracorriente de lo que estamos haciendo. Nos suele pasar cuando estamos evaluando un proyecto y esa ceguera voluntaria no me hace ver a veces por qué motivos no debería hacerlo. Y sufrimos el sesgo cognitivo de la confirmación, o sea, solo vemos lo que queremos ver: la información esta ahí… pero como no nos satisface, la ignoramos.
Cuando en nuestros proyectos decimos ¿consciente o inconscientemente? No identificar las incertidumbres del proyecto, cuando decidimos no hacer una identificación de riesgos, es porque no los hay, no quiero que los haya, y prefiero no ver los que sí que hay. Pero esonderte… no resuelve las incertidumbres.
Después de todo, un poco de selectividad en la información que nos llega nos sirve para continuar con optimismo nuestras tareas…
Como decía aquel, ojos que no ven… batacazo que se pegan 🙂
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