¿Conocemos a alguien que sea un sabelotodo, es decir, alguien que opina de todo creyendo saber más que los demás, cuando en realidad sabe bastante menos que los demás?
Seguro que conocemos a alguien que acostumbra a dar lecciones cuando opina. No se limita a sugerir, sino a imponer, a hablar con ese deje que se estila en la barra de un bar. Hablan a los otros como si nadie tuviera idea de nada y ellos fueran los únicos lo suficientemente perspicaces como para descubrir la verdad.
Y parece que tiene raíces psicológicas muy profundas… y hasta tienen nombre: efecto o síndrome Dunning-Kruger. Y su curva, como no podía ser menos:
Este efecto es un sesgo cognitivo, según el cual las personas sufrimos de un sentimiento de superioridad ilusorio, considerándonos más inteligentes que otras personas más preparadas.
Aunque se suela aplicar a personas que, con pocos conocimientos, se creen unos sabelotodos… el efecto puede ser mucho más poderoso en personas formadas y cultas, porque disponen de mejores argumentos para defender sus posturas. Además, se da la circunstancia de que si alguien es muy competente en un campo del conocimiento, acostumbra a pensar que es también relativamente competente en otros (Es que tengo estudios, soy universitario, soy…).
Y, en estos casos, surge…el hábito de dar opiniones o consejos sobre cuestiones ajenas al conocimiento o competencia de uno. Todo antes que decir “no lo sé” o “la verdad es que de este tema no sé mucho”. Hagamos caso de Charles, alguien que aprendió mucho…
Decir «no lo sé» parece un tema baladí, pero fingir que se sabe algo que no se sabe en realidad acarrea unos costes sociales enormes. Sobre todo si tienes un puesto de relevancia. Por ejemplo en un proyecto que estás gestionando.
Todos somos víctimas, en mayor o menor medida, de estos sesgos. Absolutamente todos. Ser conscientes de ello quizá nos ayude a no meter tanto la pata y a aprender a preguntar a las personas de nuestro equipo que sí que lo saben o a no tomar decisiones arriesgadas simplemente por no ser conscientes de nuestras limitaciones.
Como Project manager tenemos que evitar caer en el ultracrepidarianismo…. Vaya palabro… pero sí existe. Nació a partir de la frase que Apeles de Colofón dijo un día a un zapatero que se dedicaba a criticar sus pinturas: «Ne supra crepidam sutor iudicaret». Que viene a decir que el zapatero no opine más arriba de los zapatos (¿No suena a «Zapatero, a tus zapatos»?)
Como project managers, debemos ser conscientes de lo que sabemos y de lo que no; pedir consejo a nuestro equipo, a nuestros interesados relevantes,… no vaya a ser que, por listos, la liemos.