“Si no atacas los riesgos, los riesgos de atacarán a ti”
(attask.blogspot.com)
Los proyectos tienen incertidumbres. Y esas incertidumbres amenazan el cumplimiento de los objetivos del proyecto…
Ante un posible riesgo podemos actuar de cuatro maneras:
y, por último, mirando a los ojos a los riesgos, identificando los más importantes y, siguiendo el proverbio chino de que
“cuando tengas que comerte tres sapos grandes y horribles, empieza con el más grande y horrible”,
o sea, poniéndote a trabajar para que los más graves no lleguen y si llegan no nos haga mucho daño.
Sin embargo, esta última costumbre no se práctica o se practica poco y mal (es que da una pereza… con la necesidad que tenemos de empezar ya… a trabajar…
Aunque parezca mentira, el error más frecuente que un equipo de proyecto comete en relación a la gestión de riesgos es que identifica los riesgos pero no hace luego nada al respecto (tipo suicida?).
Es curioso como mucha gente contribuye con gran entusiasmo a elaborar la larga lista de riesgos que pueden llevar el proyecto al desastre pero luego no dedica la más mínima atención a vigilarlos y mitigarlos.
El documento de riesgos, se guarda bien encuadernado y únicamente se utiliza al final como checklist para documentar las razones del fracaso del proyecto.
Normalmente los jefes, nuestros jefes, no suelen tener imaginación para pensar posibles desastres. Además, prefieren ni pensarlo porque les da mal rollo…
Y cuando el Project Manager –que aunque es optimista, para esto se ha puesto el gorro de “qué puede fallar”- te presenta la lista de posibles riesgos, respondes
“¿Pero qué es lo que puede ir mal?
Sabemos a lo que nos dedicamos¡
No podemos prever todo¡¡”.
Sirve de poco consuelo…
ver al final del proyecto…
que los tres temas que hicieron descarrilar el proyecto…
… estaban en los primeros puestos de la lista presentada.
Pero un Project manager no es así.
Ni juega al avestruz,
ni es milagrero
ni tiene ganas de suicidarse.
Se reúne con su equipo, aborda los riesgos
Mira a los ojos al sapo más grande y horrible y va pensando como cocinarlo….
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En el otro extremo podríamos tener al Suricata, que deja de trabajar para estar oteando todo el rato el horizonte, atento a cualquier riesgo…